La máquina no funciona

Para comprender lo que está sucediendo en ya bastantes comunidades y barrios, no sólo en México, sino en todo el mundo, es necesario partir de una premisa: las cosas no funcionan. ¿Pero qué cosas? ¿Por qué no funcionan? Y sobre todo, ¿qué es, en sí, lo que está pasando? La primera pregunta es relativamente sencilla, las otras dos, ya no tanto, pues si bien existen concordancias entre los distintos procesos, también encontraremos divergencias dentro de los contextos, entre las poblaciones. En este artículo daré un panorama general de las respuestas, y en artículos posteriores ahondaré más en cada una de ellas.

Atendiendo, pues, a la primera pregunta, diremos que aquello que no funciona es eso a lo que llamamos sistema, a lo que nos han dicho que así es y que no podemos hacer nada. Los gobiernos mienten, las empresas roban, las instituciones son cómplices de uno y de otro, la clase política pierde toda figura de representatividad y credibilidad: político es sinónimo de tranza, corrupto, desconfianza, asesino, etcétera. Incluso las posturas ideológicas de los que quieren representarnos se desdibujan: la izquierda y la derecha se han parecido tanto, que es imposible señalar quién es quién. Y es que esos títulos y opacidad no son gratuitos. Desde que han existido gobiernos, llámese democráticos, dígase monárquicos, dictaduras del proletariado; o como se le llame, la libertad política, económica y social de las poblaciones ha sido coartada por los regímenes. Han arrastrado consigo cantidades sorprendentes de muertos en nombre de la paz, de la disciplina, el orden y mismísima revolución proletaria: la esperanza de un mundo mejor parece que se puede comparar con aquella de ganarse la lotería.

En México, la derecha y la izquierda ejercen las mismas prácticas autoritarias y en favor de intereses multinacionales, de aquellos que, lo diremos así, controlan el mundo. Como caso, pongamos a Gabino Cué, gobernador electo de Oaxaca, militante de Movimiento Ciudadano, depositó el pueblo en él una confianza ya trastocada por los años de dictadura priista. Cuando los proyectos mineros a cielo abierto, peligrosos por su contaminación al suelo, al agua y al cielo, hicieron acto presencia en el estado y grupos de ambientalistas y pobladores decidieron frenarlo, la persecución de activistas y pobladores no se hizo esperar. Como resultado, varios muertos, entre ellos, Noé Vázquez, quien apoyó la lucha contra Caballo Blanco en Veracruz. En el mismo estado de Oaxaca encontramos otro ejemplo, Ulises Ruiz Ortiz, éste, emanado del partido que apenas 12 años atrás, había dejado el poder. La desesperación provocada por la marginación en la que el pueblo fue sumido en su gobierno, la población decidió eliminarlo del panorama político, quitarlo de su puesto para ejercer la soberanía, según lo dice la constitución. No fue así, la muerte, la persecución  y el encarcelamiento hicieron acto de presencia, pero también las barricadas y las asambleas barriales. ¡Cada barrio con su identidad comenzó a gobernarse a sí mismo!

Y partido azul, no ha sido el menos señalado, pues durante el gobierno de Calderón, los muertos por su guerra ascendieron a más de 70 mil, los desaparecidos a más de 150 mil y los desplazados contaban más o menos los mismos que desaparecidos. Las instituciones favorecieron a cada uno de los políticos en cuestión, en cada uno de los estados, en cada uno de los municipios. Eso es lo que significa que las cosas no funcionan: aquellos que nos gobiernan, lo hacen en beneficio propio, y no colectivo.

¿Por qué no funcionan? Esto tiene que ver con un concepto curioso e históricamente debatido: el poder. Ejercer el poder, podemos decir, supone que unos hagan la voluntad de otros. Esto no es propio de políticos con grandes puestos, sino que desde la educación se nos ha planteado que todo aquel que sea capaz de hacerlo debe ejercer el poder sobre otros, omitiendo, con esto, la opinión y participación de los demás. Lo anterior ha generado infinitas luchas por el poder. Unos por la vía electoral, otros por la armada, unos más mediante palancas en instituciones, etcétera. Cabe mencionar, una vez más, que el ejercicio del poder no es particular de los políticos, sino que es un concepto que se nos ha inculcado desde pequeños y a través de todos los medios posibles: sé mejor que él, edúcate por competencias, sé más exitoso, el que no tranza no avanza, y más.

¿Qué es lo que está pasando?

Desde hace mucho tiempo, comunidades y barrios han luchado por mantener su espacio, defender su territorio y su soberanía. No le piden a ningún gobierno ni empresa, no les estorban, pero se defienden si les quitan. Desde la comuna de París, pasando por la comuna barcelonesa en 1909, las comunidades de Aragón, barrios de Estados Unidos, Brasil, Italia, Chile, Rusia, Ucrania, Argentina, Uruguay, Grecia actualmente, en México de principios del siglo XX, y también ahora mismo como Cherán, las comunidades Autónomas Zapatistas, Álvaro Obregón, San Bartolo Ameyalco, etcétera. Todos ellos han dicho: ¡No necesitamos de nadie más que de nosotros!

Antes, los motivos que derramaban la gota del vaso, eran unos; ahora, en Latinoamérica, por ejemplo, se encuentran anclados a problemas de megaproyectos de muerte como la minería tóxica, proyectos eólicos, hidroeléctricas, o por mero intento de desconocimiento de propiedades ancestrales: los casos más recientes son los procesos por la autonomía (que aún continúan) en Jalcomulco a raíz de la pretención de la empresa brasileña Obredecht de poner una hidroeléctrica en ese lugar, o San Bartolo Ameyalco, que se declaró autónomo dentro del Distrito Federal tras batallas legales y física para impedir que les arrebaten el agua de su manantial; en Chile la comunidad mapuche ha resistido los embates de todos sus gobiernos que han intentado (y en muchas ocasiones lo han  logrado), quitarles sus territorios sagrados; lo mismo que ocurrió antes y durante el mundial en Brasil, con el despojo de familias enteras de territorios que habían sido declarados patrimonios históricos, de la humanidad y también sagrados para los pueblos amazónicos; etcétera. Todo ello, para accionar el Plan Puebla-Panamá. Pero no es la única gota que derrama el vaso en Latinoamérica, también está el caso del crimen organizado y su alianza con los gobiernos, por ejemplo: Cherán, pueblo que decidió organizarse de manera autónomas tras los asesinatos por parte de taladores clandestinos y la intervención negativa de las policías y ejército. Aquila también se encuentra en un proceso similar con su policía comunitaria.

En Europa, la crisis financiera a finales de la primera década de nuestro siglo, ha sido la causante del hartazgo total de muchas comunidades y barrios. Grecia se declaró en bancarrota tras el intento de reformas de austeridad y meses de disturbios, lo que ocasionó que estos crecieran y los barrios comenzaran a tomar su propio rumbo. Inglaterra pasó por una suerte similar sin llegar a declararse en banca rota, Italia y la misma España con el movimiento de los Indignados, pasando por los mineros y la reconquista de la memoria histórica de las comunidades autónomas de Aragón.

Y a partir de ahora, todos debemos ir sacando conclusiones, y sobre todo, accionando soluciones.

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