Casa Magnolia, un recuerdo no tan lejano

Casa Magnolia fue el resultado de poco más de dos meses de lucha desde la Acampada Lerdo, donde las asambleas populares habían crecido y donde se creó el Frente Contra la Imposición, constituida por más de cinco organizaciones sociales.

Casa Magnolia, al principio, era una casa abandonada y tirada a la suerte de drogadictos y borrachos que la ocupaban de baño y hotel. Cuando el Frente Contra la Imposición la ocupó, rápidamente comenzó a restaurarla para convertirla en el Centro Cultural Casa Magnolia. En este espacio se procuraban talleres de artes plásticas, creación literaria, música, pintura, encuadernación, teatro, defensa personal, regularización, entre otras, para niños y jóvenes.

Pero el sueño no podía durar mucho. La casa siempre estuvo abandonada hasta la llegada de los activistas y promotores culturales, que fue que hizo presencia un supuesto dueño con unas escrituras fechada días antes con la que aseguraba que ese espacio le pertenecía. Este sujeto que surgió de la nada a reclamar una propiedad que no era suya, amenazando y despotricando contra los que habían levantado las ruinas de Magnolia fue José Ángel Salas Palmeros, dueño de los Semilleros de Xalapa, quien también emprendió un proceso penal contra un integrante del centro cultural. Cabe mencionar que la casa no estaba ocupada ilegalmente, sino que “hicieron un trato de arrendamiento y restauración de la casa”, a decir de uno de los integrantes del proyecto.

Ángel Salas Palmeros utilizó influencias políticas para acelerar los procesos y poder, a inicios de 2014, desaparecer el centro cultural, y poder destruirlo. El pretexto es que era su único sustento para vivir, como si los semilleros no le dieran algún aporte económico y la supuesta plaza en el FESAPAUV tampoco.

En Casa Magnolia se albergaron sueños y acciones solidarias, la esperanza de un mundo mejor, uno que llevamos en nuestros corazones. Con el cierre del espacio, los talleristas, defensores de derechos humanos, activistas y promotores culturales, se volvieron a levantar buscando realizar más proyectos en los que, como en éste, la participación de la población fuera evidente y constante. Así lo muestran las posadas y fiestas infantiles realizadas en ese espacio, festivales de día de muertos, presentación de proyectos de talleres, sonrisas por el día del niño y mucho más.

El Centro Cultural Casa Magnolia, fue una puerta al barrio para empoderarse de los espacios abandonados y encontrar seguridad y refugio en el arte, la cultura y la movilización. Aunque nos parezca un recuerdo muy lejano, las experiencias y conocimientos que se adquirieron de este proyecto, se siguen practicando día con día, para generar ese mundo nuevo, ese cambio.

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