La discusión de si es prudente o no la capucha, si la acción directa atrae o no a la represión, queda como una discusión muy tonta acerca de la lucha, cuando un hay un sinfín de temas a discutir. Una de ellas es las implicaciones que tiene poner rostros de desaparecidos en árboles de navidad, la escalada de violencia estatal y la poca respuesta a ésta.
Es decir, nos desgarramos las vestiduras al ver un vidrio romperse y estamos convencidos de que es una acción tan vil que sólo puede ser orquestada por el mismísimo priismo (haciendo, con esto, que quede un dejo de que estarían mejor con López Obrador); que es imposible que la gente esté harta, no sólo del gobierno, sino de la censura que se va imponiendo por parte de la izquierda bien portada y sus movilizaciones pacíficas. Se está viviendo una constante discusión sobre quién es o no parte de El Movimiento, considerando que se moviliza desde la coyuntura particular de la desaparición de los normalistas, olvidando que hay muchísimas luchas locales que también empiezan a desbordarse.
También empieza a notarse la interiorización de la desaparición forzada como parte de una identidad de repudio al «mal gobierno» que hace que por todos lados cualquiera pueda poner «Ayotzinapa» y ser políticamente correcto (pienso en el los murales del PRD poniendo por ahí que faltan 43 no sé si ya dirán que 42). Lo anterior resulta peligroso cuando se piensa en analizar las condiciones de nuestros espacios… ¿es menos «violento» poner los rostros de los normalistas en un símbolo (el arbolito) en el que se cuelgan adornos? ¿Es acaso que se está volviendo también parte de “lo cotidiano” decir “vivos se los llevaron, vivos los queremos”?
Esa interiorización forma parte de la identidad luchona de aquellos que no están dispuestos a accionar ni que otros accionen; por el contrario, llevarán la idea de los 43 desparecidos a calcomanías y a “qué hacer en caso de incendio: bla bla bla bla… recordar que faltan 43”: recordar no ayuda mucho en realidad si no van a luchar.
Hubo (y habrá seguramente) una cantidad absurda de discusiones estériles como si la navidad esto o aquello, pensando en que soy más combativo si no como romeritos, o que la verdadera lucha se encuentra en decir cosas contra los que comen bacalao (como si la congruencia dependiera únicamente de esa identidad anti-capitalista en navidad y no se pensara también en todos los constructos como la familia que vienen de la mano con el Estado Moderno). Entre todas las discusiones (sobre la congruencia), poco en realidad se discutió sobre los padres de los normalistas que estaban encapsulados por granaderos, tampoco hubo mucha referencia Bárcenas, no como estandarte o monolito, sino como parte de esa colectividad en lucha.
Entonces, la discusión sobre si romper o no romper, si la capucha nos hermana en la lucha o es la infiltración satánica, ha dejado cosas importantes de lado, insistimos. Otra de las cosas que consideramos importantes y que se han obviado, es la presencia de personajes como Florentino, líder del FPR, en las mesas de la Asamblea Nacional Popular. Este sujeto es uno de los que en el proceso que se vivió en Oaxaca en 2006 negoció con el Estado cosas que la población no aprobó, dando la espalda a ese destello de comunalidad que se iba formando en las barricadas, calles, radiodifusoras y otras formas. También, de paso, recordemos que su organización, el Frente Popular Revolucionario, no sólo ha negociado movimientos sociales, sino también ha entregado, golpeado y señalado compañeros dentro y fuera de las movilizaciones.
No se discutió, tampoco, la presencia de la FECSM en la asamblea interuniversitaria del Distrito Federal, que fue secuestrada por los estalinistas, y llegaron a consensos luego de que todos los demás se había marchado, declarando esos acuerdos como “decisión asamblearia”.
Muchas son las formas en las que se han impuesto, incluso han llegado a la generación de la coordinadora nacional estudiantil, que es, a fin de cuentas, una réplica de la estructura de la CNTE y su intención es la misma en cuanto a estrategia de movilización-presión-negociación. Ahora los estudiantes pueden entrarle también a la dinámica y así construir el paro nacional… ¿no?
Y aún falta toda la discusión por los espacios comunales que están bajo ataque: San Dionisio, Eloxochitlán, Álvaro Obregón, entre otras. Sin embargo, con agentes desmovilizadores y discusiones estériles poco pareciera que hay por discutir en realidad. Parece más necesario el paso al accionar más contundente y por fuera de esas esferas de la izquierda, dejar de asumirnos de esa manera: la izquierda y la derecha se definen estando arriba, nosotros somos los de abajo y vamos contra todo eso.
(Colaboración)