Realidad no es, según Agustín García Calvo, propia de la lengua corriente, sino de los teólogos que necesitaban fundamentar a Dios como Realidad de Realidades. El verbo que corresponde al sustantivo Realidad, es existir. Lo que es Real es porque existe, pero el término vulgar para esto, se encuentra depositado en el verbo haber: hay. Por lo que este filólogo nos dice que hay que combatir la Realidad y existencia mediante el uso de estas mismas palabras. ¿Pero cómo combatirlo? Es imposible, dice, que una persona real, que existe, logre hacerlo. Tiene que ser una persona fuera de la realidad, alguien que no exista, porque quien existe está condenado per sé a defender la Realidad.
El poder genera una dinámica política de lengua desde una Realidad que no contempla todo lo que hay. Lo que existe no es todo lo que hay, y todo lo que hay no existe. Esta lucha contra la Realidad de la que habla Calvo, que se da desde quien no existe, es lo que complica la circunstancia. Desde la perspectiva social, la organización de los diferentes sectores de la población, son los encargados de luchar contra aquello que les hace daño a nivel colectivo. Los anarquistas intentan destruir al Estado-capital para poder vivir en armonía sin autoridad ni leyes: desde anarcosindicalismo hasta insurreccionalismo pelean los anarquistas de diversas corrientes. Ésa es la Realidad: gente física que existe y es Real, lucha de manera Real contra esa Realidad. Sin embargo, para Agustín García Calvo, la clave se encuentra contemplando, dentro de esta lucha de cosas Reales, el ataque a la Realidad mediante aquel (aquellos) que no son Reales, que no existen. Por ejemplo, la palabra que alude a Pueblo, se mantiene como algo Real, que existe como un conjunto de personas dentro de un espacio delimitado, o con condiciones dadas; “pero pueblo de verdad no existe. Pueblo de verdad está por debajo de todo eso y por tanto es desde ahí desde donde puede darse un desmentimiento y por tanto un ataque a la Realidad” (Calvo). Este pueblo que no existe forma parte de todas esas posiblidades que se encuentran ahí, que están, que hay, pero que no existen, no son Reales. A esto, Agustín García Calvo le llama sin fin. Es decir, lo que hay no es lo mismo que lo que se sabe, y esto nos da pie a un sinfín de posibilidades, que radican, en gran medida en la lengua. La lengua habla de la Realidad, emprendida por el poder. Pero sirve también para demostrar la falsedad de esa Realidad. Al ejercer esa lucha, la lengua se vuelve algo que hay, pero que no existe. Sale de los márgenes de la Realidad establecida por el poder.
Dentro del pensamiento de Agustín García Calvo, que sostiene una pragmática anarquista, encontramos como referentes a tres autores en específico que tendrá Calvo como fundamento. El primero es Nietzsche, quien nos dice que la lengua no es más que aproximación de lo que queremos decir con ella, así es como nos recuerda la teoría de Sapir que nos dice que la traducción tal cual es imposible, sino que se trata de interpretación. De la misma manera podemos entender el precepto de Nietszche, la lengua es una forma directa de interpretar una Realidad, aunque no sea del todo apegado a otro tipo de realidad, a aquello que decimos que no existe pero que hay. En este sentido, recuerda a Voloshinov, también, debido a que la palabra es portadora de ideología, pero, a decir de Nietzsche, las palabras pueden
cambiar de significado, y la palabra puede o no dejar de existir. La Realidad, se dice entonces, que es sólo lo que podemos decir. Ligado a esto, está la referencia en el subsuelo del fundamento, de Wittgenstein, cuando dice que el lenguaje de verdad es el que se produce en la vida cotidiana, y no aquel cuyas pretensiones radican en reflejar fielmente la Realidad. El lenguaje no es nombrar cosas, es mucho más que eso. Incluso, y como tercer referente, puede traerse a colación a J. Austin para decir que la palabra no nombra solamente, sino que también es capaz de crear.
Para Calvo, “yo de verdad no es nadie, es cualquiera que esté diciendo yo; yo depende del acto mismo de hablar y por tanto yo no existe, yo no existo; existo yo como ente Real, pero yo no” (Calvo). Es, dice, lo mismo que sucede con Pueblo. Se crea mediante el habla, mediante la performatividad, es decir, “la enunciación de una palabra o una frase basta para realizar o consumar una acción” (de la Escalera181).
Para J. Austin, la palabra es acción, es realizar algo. Sin embargo, las circunstancias, el contexto debe ser el apropiado para generar esta dinámica de realización de la palabra. A esta forma de proyectar una supuesta realidad mediante la enunciación, se le llama performatividad: yo creo a partir de que digo. Esto se genera en la Realidad, ahí incide; sin embargo, incide y crea en esa Realidad debido a los contextos que necesita para crear. El bautizo se realiza en la medida en la que el sacerdote es quien lo hace, quien lo declara. Asimismo el interés y la creencia de los participantes es lo que junto con el decir, crea. Fuera de todo esto, no puede crearse nada mediante la palabra, nada para esa Realidad, pero sí para eso que hay, aunque no exista.
La lengua es una forma de atacar la Realidad impuesta por el poder, ya que la lengua no es de nadie, ningún ser humano puede proclamarse dueño de la lengua. Lo anterior, al menos con la lengua hablada, no ya con la escrita, dado que las academias se han engolosinado con el manejo y cambios de las reglas para escribir. Quien no se someta a esas reglas, no será tomado en serio. No sucede lo mismo con la lengua hablada, debido a que no existe dueño, cada quien crea y genera la dinámica que quiere, de manera individual y de manera colectiva. Así es, por ejemplo, que ante la división lingüística durante los traslados esclavistas en la Colonia, pudo crearse el criollo a través del pidgin. Muy a mi pesar, debo mencionar en este momento a Noam Chomsky, aquel anarquista que curiosamente ha defendido dictaduras militares como la de Fidel Castro y Hugo Chávez, pero que en el ámbito de la lingüística sí que fundamenta su anarquismo al postular la gramática universal. Ésta, ofrece una visión de la lengua como Agustín García Calvo al decir que todos nacemos con la capacidad de aprender la lengua. Esa capacidad es innata, nadie nos la otorga, simplemente la reforzamos con la gramática de cada idioma. La competencia, para Chomsky, es el conocimiento que nosotros tenemos de la lengua, aquello que sabemos con respecto a la gramática, la fonética, etcétera. La actuación, para el lingüista, es la puesta en práctica de sólo algunas cosas que el usuario de la lengua pondrá en función, independientemente de lo que en su competencia se encuentra.
Dentro del ideario anarquista, se encuentra la configuración de una sociedad sin leyes, sin
ningún tipo de Estado ni gobierno, sin instituciones, ni autoridad. La lingüística anarquista está configurándose en la actualidad, todavía está desarrollándose, y sin duda, es una lingüística que contempla este carácter antiautoritario y combativo del anarquismo.
Algún día los estudios lingüísticos anarquistas tendrán la relevancia de los estudios estéticos anarquistas y podrían ser parte del método de enseñanza de los tiempos venideros. Mientras tanto, no nos queda más que no esperar, sino generarlos.
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Escalera, Ana María Martínez de la. «Declarar la muerte. Eficacia y performatividad de una palabra.» Constante, Alberto y Leticia Flores Farfán. Miradas sobre la muerte. Aproximaciones desde la literatura, la filosofía y el psicoanálisis. México: Ítaca, 2008. 181-190.
CNT. «Contra la realidad.» 9 de diciembre de 2012. CNT.