Esos anarquistas y encapuchados

La capucha

Comencemos este texto evidenciando una realidad clara: no todo encapuchado es anarquista y no todo anarquista es encapuchado. La capucha es una herramienta de uno de los tantos métodos de lucha que existen. No será la primera ni la última forma en la que algunos deseen externar en la calle lo que sienten en el corazón. ¿Pero por qué se cubren el rostro los encapuchados? Algunos, confundidos por los periódicos, dicen que se tratan de infiltrados y agentes de gobierno encargados de desviar la manifestación al vandalismo; otros, más ingenuos, aseguran que son gente que aprovecha las coyunturas para hacer su desmadre; y otros más, creyendo que todo se resume a su paradigma, insisten en que se trata de pesudorevolucionarios que no dan la cara por cobardes.

Comencemos, explicando que quienes visten la capucha no son infiltrados. Aquellos que dicen que la capucha da más oportunidad de infiltración al Estado, les recordamos que los llamados orejas visten de civil.De la misma forma, existen más infiltrados que buscarán hacer «arrestos ciudadanos», que en realidad son arrestos policiales. La capucha no tiene ni más ni menos posibilidades de infiltración por parte del Estado. Ahora, asegurar que todos son estudiantes dignos, también parece ocioso, quizá la mayoría lo sean, no lo vamos a negar, pero tampoco neguemos el hecho de que ahí se encuentran personas de otros sectores de la población que también están en descontento por lo que está sucediendo y llevan a la calle su digna rabia. Para concluir con el tema de las capuchas, la capucha es un símbolo además de una protección. Si se cubren el rostro es para no ser perseguidos, investigados y hostigados; pero, también, porque el no tener rostro visible es ser nadie y todos al mismo tiempo, es no accionar mediante la individualidad sino en la colectividad simbólica: lo que todos queremos hacer pero no nos atrevemos. Incluso, como dijeron los zapatistas, cuando no teníamos el rostro cubierto no nos miraban, ahora que lo tapamos, es que nos voletan a ver y pregunta ¿esos quiénes son?

La anarquía

¿Si los encapuchados no son Los Anarquistas?, ¿quiénes sí lo son? ¿Qué es la anarquía?

La anarquía, a diferencia del marxismo (comunismo), no espera el momento ideal para la revolución y así llevar a cabo una forma de vida idónea, sino que el anarquismo es una práctica cotidiana en el presente, con miras al futuro. Los anarquistas pueden ser cualquiera, incluso, puede uno serlo y no saberlo.

Nosotros, como anarquistas, creemos que la autoridad es el principal causante de todo lo malo que ha ocurrido en este planeta, pues el ejercicio de autoridad es lo que genera sociedades con dinámicas verticales, en las que hay quienes deciden imponer una forma de vida a otros. Generalmente, la minoría elige cómo debe vivir la mayoría. Si el ejercicio de la autoridad lo hilvanamos con el capitalismo rapaz encontraremos la mancuerna perfecta para aquellos que lo tienen todo: La supervivencia será el pretexto para la muerte. En su libro El apoyo mutuo Kroptkin nos dice que las especies han sobrevivido gracias al apoyo que se brindan como especia misma, en lugar de atacarse y  ver quién es el más fuerte; siguiendo la lectura nos encontraremos con que esta hipótesis de la supervivencia del más fuerte es falsa.

El anarquismo busca, fundamentalmente, erradicar este ejercicio de autoridad y de poder para que la población pueda elegir libremente su camino de acuerdo a sus necesidades y posibilidades, en un camino de amor, solidaridad, fraternidad, paz, justicia e igualdad. Sin embargo, para poder llegar a esa meta, el anarquista, que es, en esencia, pacifista, tendrá que defenderse de la embestida del capital y de la autoridad. Por ello es que en ocasiones el anarquista nos parece violento y arriesgado, pues nunca dará un paso atrás en la batalla. La defensa debe entenderse como el contragolpe, aunque físicamente el Estado-capital no mande sus fuerzas represivas: la defensa del anarquista puede ir desde una explosión en cajero, destrucción del panorama de civilidad que el Estado-capital ha impuesto, hasta la violencia hacia los paradigmas y conceptos que también se han impuesto, como la belleza, la libertad, la moda y la educación, entre otros. Es en todas las esferas de la vida que el anarquista tiene una opinión política. El cómo ejerza la defensa el anarquista es una decisión personal, no todos lo harán de la misma manera, pero tampoco condenarán como «malo» lo demás.

El anarquista, a diferencia del marxista, reconoce que el sistema de autoridad y capital ha hecho mella en su persona de alguna manera. Sabe que dentro de él hay  un ser autoritario que el sistema alimentó y que debe combatir. La primera lucha del anarquista, es interior, y nunca acaba, por lo que comenzará con ella y la continuará mientras lucha con lo demás. Por lo tanto, también reconoce que el Estado-capital, no es el único que ejerce la autoridad y, por ende, es el Estado lo único que hay  que destruir; sino que en toda la sociedad hay estructuras de dominación que hay que combatir: el machismo, el sexismo, el racismo, la homofobia, la xenofobia, la discriminación, pues; así como muchas otras formas de ejercerla, ya sea en el aula de clase como profesor o como alumno, en la calle, en la casa, y en cualquier lado. El anarquista reconoce que el humano es un conjunto de características complejas, que no es ni bueno ni malo por naturaleza, simplemente que es, al contrario del marxismo que pretende decirnos que todo trabajador es bueno per sé, por ello el obrero debe gobernar. Nosotros, como anarquistas, decimos no a los gobiernos, ni obreros ni campesinos ni populares ni nada. La libertad absoluta tiene como sustento la responsabilidad.

Eso, en de manera esquelética, es una de las tantas cosas cosas que podemos decir del anarquismo, de la anarquía, de los anarquistas y de la vida.

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